21 de octubre de 2009



Una experiencia del color, de la textura, de la fluidez; del apacible placer de la contemplación. Acto generoso de puesta en común de sensaciones para establecer una relación, una comunión. Eso caracteriza la obra de Leandro Salvatierra. El trabajo de colores aparentemente incompatibles va en ese sentido. En tiempos de antagonismos casi irreductibles, a través del color nos muestra un modo de convivir. Convivir con las diferencias pero también con el pasado. El personal; en el trabajo de chorreado que evoca el mundo de la infancia del artista .El común; en el uso recurrente del oro y la plata tributo a las culturas precolombinas. En la obra nada es arbitrario todo ha sido calculado de manera minuciosa, con un porqué que vale la pena desentrañar. Mientras tanto… nos dejamos llevar por ella, sin perder el ánimo siquiera por un instante.
Mariela Budiño, Curadora
Buenos Aires, Septiembre de 2009






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